CB Clavijo-Lobe Huesca (96-94). Noche para el recuerdo

Caja Rioja y Lobe Huesca se han abonado definitivamente a la agonía y pulsaciones disparadas. Antes de nada, hay que dar encarecidamente las gracias a ambos equipos por el espectáculo de muchos, muchos kilates, en que han convertido esta semifinal del 'play off'. La serie es ya literalmente una batalla campal entre dos equipos apasionados y entregados hasta el final, donde ya no falta de nada: buen y mal juego, estrategia, duelos individuales, coraje a raudales y corazón. El tercer final de infarto que vive esta serie derivó a otros dos más. Tras 50 minutos de lucha sin cuartel, al fin la moneda cayó por la cara riojana. Habría sido terriblemente injusta una solución en tres partidos a un duelo tan igual.

La noche ya empezaba emotiva: Óscar era un niño con una de esas terribles enfermedades degenerativas, que nunca faltaba a los partidos del Caja Rioja, siempre en su silla de ruedas. Falleció recientemente y su equipo no le olvida. Camisetas y un cartel donde él siempre se sentaba. Por él y por las tristes experiencias de los dos primeros partidos, el Clavijo jugó su última bala desde la rabia. Los de Sala salieron furiosos a comerse al Huesca. Mediano, hipermotivado, mandaba, y los triples de Holmes, Suárez y Ott fulminaban las terribles estadísticas exteriores de los primeros partidos (18-12, minuto 7), y Santana sacaba el genio.

Pero emergían dos grandes muros. El primero, que Huesca, aun minado físicamente, tenía el mejor día posible en el tiro: 6/14 triples al descanso y, aún más, 10/14 en tiros de dos, la mayoría desde la distancia. El segundo es que los del silbato sacarían muy pronto a Sidao del partido. Entre una cosa y otra, los oscenses ajustaron el partido al final del primer cuarto (22-22), y la irrupción de Zengotitabengoa y un Salsón imparable (6 de 6 en tiros) les catapultó (28-34, minuto 15).

Duelo de gigantes

Tras equilibrarse las cosas al descanso (38-40), el tercer cuarto restituyó el vibrante duelo Santana-Johnson del primer partido. Edward, más motivado que nunca, ganaba la partida a un Stevie agotado de toda la serie (47-45, minuto 23), pero también acabó en el banco con sobredosis prematura de personales. Sin los Santanas, el Caja Rioja parecía perder el rumbo (49-53, minuto 26), pero los Chufi, Holmes y, de nuevo Mediano, sacaban la casta, para abocar la noche a otro último cuarto de infarto (56-56).

El pequeño base de Guadalajara iba a ser el hombre del partido. Pocas noches a semejante nivel y pasión le recordará el Palacio. Varias canastas más adicional y un triple de Salsón lanzaban de nuevo a un Huesca que parecía iba a romper de un momento a otro (63-68, minuto 34), pero Mediano lo recortó (70-70). Llegó el mismo desenlace de toda la serie (76-76 a 6 segundos) y esta vez, Johnson falló.

Las dos prórrogas rebosaron emoción. Ambos equipos olvidaban su agotamiento (encomiables los oscenses, con sólo siete jugadores), a la par que se difuminaba el rigor táctico. El partido entró en su fase de máxima tensión, cada jugada un mundo, el Palacio vibraba. Aparecían los secundarios: Suárez copó los minutos de Ott para asumir la responsabilidad con sus penetraciones; Óscar Herrero respondía desde fuera.

Sergi Pérez falló el tiro libre que habría cerrado el partido con la primera prórroga (85-85, minuto 45). En la segunda irrumpió al fin Sidao, que llegaba fresco a esos momentos. Tampoco faltó el oscense Aranda. Junto a Herrero, parecía catapultar a los suyos (88-92, minuto 48), pero el center brasileño, liberado al fin de silbatos, fue él mismo. Dominó. Cuatro puntos seguidos suyos ponían el 92-92. Tras un intercambio más (94-94), a Zengotitabengoa le pitaron pasos, con 25 segundos.

Apareció uno de los hombres que mejor ilustran el espectáculo de anoche. A cuatro segundos, Mediano culminaba una gran penetración. A Huesca esta vez se le fue por la banda la última. El Palacio vibró de júbilo. Tocaba.