Al habla Manolo de Miguel: "Hay un proyecto de LEB Oro" // Crónica de un viaje en busca de sueños

No hay nada como levantarse un lunes y encontrarse al fin una entrevista amplia con el presidente del club en la que se habla en Plata... sobre la LEB Oro. Ni medias tintas ni perspectivas por cumplir. Esto es muy real señores, al fin.

La entrevista la publica Diario La Rioja y en ella se tocan diversos temas sobre el equipo, estructura, horizonte próximo, situación de plantilla y cuerpo técnico e incluso la propia carrera de De Miguel al frente del club. Se puede leer aquí, aquí y aquí. El titular más esperado es, lógicamente, el que dice: "Sí, tenemos un proyecto de LEB Oro, llevamos un tiempo preparando este ascenso y estamos en condiciones de iniciar nuestra andadura en la categoría". También lanza el mensaje a las instituciones, en busca de apoyo económico, una vez cumplida su parte del trato, el ascenso en la cancha; el objetivo es llegar al 1 de julio "con los deberes ya hechos".
De todo esto se desprende, para mí, la impresión de que ya no hay vuelta atrás: esto es un todo o nada, un LEB Oro o nada. No veo, desde luego, un escenario de falta de apoyos económicos que obligan al club a inscribirse en LEB Plata un año más, antes más bien vería un desmantelamiento del chiringuito para competir en EBA o no competir. En la mano del club está buscarse las habichuelas y en la de las instituciones y patrocinadores privados la de ser consecuentes con los méritos deportivos del club.

Habla también de la cuestión de plantilla: "Miramos primero a lo de casa". Tienen contrato Jesús Sala, que seguirá seguro al frente, y los jugadores Suárez, Herrero, Arévalo y Mesa. Sería ilógico, desde luego, no apostar por la continuidad del bloque que ha conseguido este tremendo ascenso, con algunos añadidos. Ya hablaremos en profundidad de eso, aunque desde luego creo que todos tenemos más o menos en mente por dónde van a ir los tiros en cuanto al tema de las renovaciones.

Crónica de un viaje en busca de sueños cumplidos

¿Y el viaje? Quise haber escrito ayer algo sobre la trastienda del viaje a Mallorca, pero fue uno de esos días que los pasas básicamente durmiendo.
Lo primero de todo, quiero recordar ese post que saqué hace unos días sobre las sensaciones tan especiales de estas últimas semanas en torno a un ascenso. Bueno, curiosamente, cuando todo estuvo hecho lo que me vino a la cabeza sí fue muy distinto a lo que sentí hace quince años, con el ascenso del CD Logroñés, de fútbol. En lugar de la ingenua alegría de aquel momento, el viernes por la noche lo que me invadió fue un simple sentimiento de paz: ya está hecho, ya está cumplido. Por mi parte no fue cosa de pegar botes, sino ese extraño vacío satisfecho de que se ha conseguido lo que tanto se quería. No 'ayudó' tampoco el hecho de estar trabajando para cubrir informativamente el partido: cuando acabó, no había que celebrar sino bajar a tomar declaraciones y seguir escribiendo. Curioso.

El viaje en sí es una pequeña locura. He de decir que mi compañero de aventuras fue Piterman, y que el viaje no habría sido la mitad de bueno sin su compañía, un lujo compartir estas 42 horas con él.
Echamos cuentas, y salieron esas 42 horas desde el momento en que salimos de Logroño hasta que estuvimos de vuelta en casa: de ese tiempo, aproximadamente unas 22 se fueron volando entre viajes y esperas. Casi nada. Fue un viaje, por tanto, de dormir a ratitos, nunca más de 4 horas seguidas, y en diferentes lugares. El margen para hacer turismo fue nulo: llegamos al hotel a eso de las 12.30 pero no nos dieron habitación hasta casi las 14 (lo del hotel es caso aparte, menudo desastre), salimos a comer a un restaurante italiano que había al lado, La Tarantella, que estuvo de verdadero lujo; luego una breve siesta, ducha y pitando para Inca, lugar del partido y que estaba a una media hora de Palma de Mallorca en coche.
Llegamos una hora antes al pabellón, y allí ya coincidimos con alguna bufanda amiga y algunos familiares de jugadores. He de decir que mis sensaciones en todo momento eran excelentes, antes y durante el partido; nada que ver por ejemplo con las que tuve el año pasado en el play off ante Huesca, que eran generalmente de preocupación. El ambiente en Inca no era tan agresivo como el que vivimos en aquella serie ante Huesca, pero sí tanto o más ruidoso: calculé unas 800 personas pero no vi una grada que tenía justo encima y que también se llenó, así que unas 1.200 quizá.

Los aficionados riojanos, pocos: varios familiares pero yo diría que una decena de aficionados que van por simple amor al club, un mérito terrible el suyo, de verdad, por el coste económico y físico del viaje. Curiosamente, sí éramos mayoría en la bancada de la prensa: cinco periodistas riojanos frente a cuatro baleares.
Las crónicas del partido imagino que ya las habréis leído. Creo que en ninguna de ellas se exalta lo suficiente la primera parte que hizo Matt Witt, absolutamente espectacular, una auténtica ametralladora, los volvió locos. Al descanso, con 54-49, Mallorca ya llevaba 10 triples de 20 intentos; mi impresión era buena, ya que contaba con que tarde o temprano se les acabaría el fuelle, como siempre pasa, y el Clavijo se llevaría el choque. Bueno, en la segunda mitad metieron... 11 triples.
Lo de la grada ya era tremendo, pero en la segunda parte se calentaron sobremanera con el arbitraje, todo hay que decirlo. A mí no me pareció que así fuera, pero desde luego, no soy objetivo. Uno de los momentos claves sí que tuvo que ver con los árbitros: en la misma jugada que Sidao hacía su quinta falta, al técnico mallorquín Xavi Sastre le pitaban una técnica, supongo que por protestar. Curiosamente pocos en el pabellón se dieron cuenta, estaban todos centrados en sus iras contra Sidao, quien se iba al banco después de haberles hecho un buen traje. Entre lo suyo y que a Suárez no le tembló el pulso, el Clavijo se fue 7 arriba, lo cual parecía determinante.
La canasta de Mesa que ponía el 98-105 a 57 segundos sí desató cierta euforia entre los plumillas riojanos que cubríamos el partido. Parecía hecho, pero aún había momento para el drama, un par de pérdidas tontas, el triple último de Green. Pero hasta ahí: fue precioso el momento en que el aro escupía el triple balear que empataba el partido, y todo el banquillo del Clavijo se lanzaba al campo a celebrarlo. También en la grada, aunque esta vez no se les pudiera oír por el ensordecedor ambiente; me comentaron que hubo muchas felicitaciones por parte de los aficionados locales, salvo algún que otro gorililla autóctono esporádico que dedicó sus mejores versos. Nada serio.

Los periodistas terminamos nuestro partido un par de horas después: en un restaurante al lado del pabellón, tres personas escribiendo y ocupando dos mesas con los ordenadores, etc., después de pedir un par de bocadillos para todos y acabar haciendo un poco que cerraran más tarde de lo previsto. Pintoresca la imagen un poco si que lo fue, jeje.
Después de aquello, un par de copichuelas de rigor, y a dormir para el viaje del día siguiente. La sensación en esos momentos era que aún no éramos conscientes de lo que se había conseguido, aún no te lo crees. La última gran imagen del viaje fue estar esperando en la puerta de embarque del aeropuerto a la mañana siguiente y ver pasar a los jugadores por la cinta transportadora, el amigo Witt con la corona del Burger King, según contaron después se había zampado sus tres hamburguesas para desayunar.    
      
Nosotros nos perdimos el recibimiento, porque llegamos a Logroño a eso de las 7 de la tarde. No hubo toda la gente que debería, entre otras cosas, porque no se nos ocurrió a los que hicimos las crónicas mencionar la hora de llegada, así que difícil enterarse, a menos de que seas usuario de redes sociales, etc.
Igual da, queda un último partido que ha de ser una fiesta, este viernes en el Palacio. Ahí sí que debe ser algo obligado un pabellón lleno y, por qué no, un baño posterior en Murrieta. La historia se hizo el viernes pasado, pero probablemente será este viernes cuando ya todos seamos bien conscientes de que este club ya es de ORO.

(fotos: larioja.com)