Torneo de Logroño, la ÑBA y lo que no es la ÑBA (un devaneo a contracorriente, para variar)

Nadie en su sano juicio puede dudar del gran éxito que ha tenido el Torneo Internacional de Baloncesto de Logroño que acabó ayer martes, en organización, público, espectáculo... Pudiera parecer fácil, pero realmente no lo es meter dos veces a 11.000 personas en un campo de baloncesto cuando hablamos de una ciudad históricamente futbolera y sin apenas tradición de ese deporte.

Explicar el fenómeno de estos tres días obedece a diversos factores, no podía ser menos. Ante esa falta de tradición, nada mejor que la consecuente novedad de tener a la selección de basket en la ciudad. A ello sumamos un producto muy bien concebido y mejor vendido (felicitaciones a la administración y federación culpables), y por supuesto el siempre existente tirón social y mediático. Pero, ¿y los aficionados al baloncesto?

Indudablemente, o eso creo yo, 11.000 personas no van a ver un partido de basket por el simple espectáculo, por la novedad o por el márketing. Necesariamente ha de estar ahí el de componente de pasión o simple afición al deporte de la canasta. Y por eso, tras el brillo pomposo y reluciente del paso de la selección, llama la atención el panorama desolador de un Palacio de los Deportes semi vacío cada temporada, para ver a todo un aspirante al ascenso dando espectáculo cada año en una categoría, no lo olvidemos, profesional. Esta aparente contradicción tiene a su vez otras muchas explicaciones, la mayoría probablemente refutables, pero un terrible denominador común: no sólo pasa en esta ciudad.

Ayer el señor presidente de la Federación Española de Baloncesto (FEB), el tal José Luis Sáez, pasó por Logroño a comer en un buen restaurante y 'regalarnos' su habitual perorata: "Estamos muy contentos, el espectáculo ha sido magnífico, quiero agradecer a la afición riojana...". Se trata del habitual discurso hueco de quien ha construido y/o permitido este gigante de piés de yeso que es a día de hoy la estructura del baloncesto español. Por supuesto, el inefable Pepe sólo ve y habla por encima de su ombligo: de esta inolvidable selección (por otro lado heredada). Pocas veces o nunca se le oirá hacer mención a todo lo que queda por debajo, que son esas ligas LEB y EBA, también competencia suya (quién lo diría) y convertidas bajo su gestión en un solar sombrío y descuartizado cada año.

Lo dicho: no es algo exclusivo de aquí, ni tampoco la única excusa de lo que pasa aquí, pero sí que 'ayuda' un rato bien largo. No es fácil creerse un producto que muta cada año en formatos, donde el 70% de los ascensos y descenso se juegan básicamente en los despachos, mientras las trayectorias meramente deportivas parecen ser las bobas de la película, frente a tan repentinas como efímeras apariciones de proyectos millonarios, vaya a saber al auspicio de qué. La realidad global es que bajo el brillo de la selección nacional, más de 30 equipos han desaparecido en los últimos dos años en LEB Oro y Plata por problemas económicos. Pero eso a Pepe le importa un comino, más allá de poner cada verano la mano para recaudar.

En el corto plazo él sale y saldrá impune, porque lo que aparece en la tele es la selección y no esta jungla. Pero el horizonte futuro es grave, más si hablamos de su 'niña bonita'. En estas categorías, entre otras cosas, se aloja la cantera del baloncesto español, y este maltrato actual tendrá consecuencias, de seguir así: nuestros nietos pueden acabar no viendo en Logroño a una campeona del mundo y europa, sino a un equipo a medio pelo y en crisis generacional. Eso sí, Pepe ya será un feliz jubilado.

(foto: marca.com)